Salto de la Novia

Salto de la Novia
Fotografía de Jesús Joaquín López Moreno (2008)

Paisaje, historia y leyenda
El bello cuadro del Salto de la Novia encierra el primer pasaje de la historia valricotí, ocultando sus piedras momentos de batalla y de leyenda. Aquí se pueden apreciar las dos acequias (Ulea y Ojós-Villanueva) que discurren por los enfrentados salientes rocosos para irrigar la huerta que conforma parte del imponente paisaje. Si se agudiza la vista, en lo alto de la margen izquierda de la angostura fluvial se observa la muralla que protegía el poblamiento antiguo y altomedieval conocido por la documentación como "ḥiṣn Rikūṭ" ("fortaleza de Ricote"), lugar donde sus habitantes derrotaron al ejército omeya en una batalla acontecida el 3 de agosto del año 896. Tal como la narra Ibn Hayyān (988-1076), "les infligieron una espantosa derrota y los empujaron hasta el río, en el que se precipitaron. Mataron a un buen número de infantes, y los otros perecieron ahogados en aquellas aguas". En la primera mitad del siglo X, al-Rāzī (887-955 d.C.) también ubica Ricote junto al río, a 18 millas (33 kilómetros) de la ciudad de Murcia, correspondiéndose esta distancia, inequívocamente, con los yacimientos arqueológicos de la Pila de la Reina Mora y el Salto de la Novia (Ulea/Ojós). El topónimo "Rikūṭ", de origen prerromano, estaría en relación con la voz "roca", pudiendo hacer referencia a la gran peña donde se asienta el yacimiento de la Pila de la Reina Mora, punto más elevado y defensivo del referido poblamiento, cuyos antecedentes hay que buscarlos en las sociedades metalúrgicas prehistóricas.

Emplazamiento de los yacimientos arqueológicos de la Pila
de la Reina Mora y el Salto de la Novia (Ulea-Ojós)
sobre la ortofotografía de 2016 (Google Earth)
Autor: Jesús Joaquín López Moreno (2019)

Yacimiento arqueológico del Salto de la Novia
Fotografía de Jesús Joaquín López Moreno (2006)

Pila de la Reina Mora vista desde Ulea
Fotografía de Jesús Joaquín López Moreno (2008)

Restos de la muralla que bordea el yacimiento del Salto de la Novia
Fotografía de Pedro López López (2007)

A finales del siglo X, la población árabo-beréber fundaría el nuevo Ricote, constituyendo un poblamiento plenamente andalusí ligado a su huerta, cuyo origen se ha fijado por radiocarbono entre los años 989 y 1210 d.C. A mediados del siglo XII, al-Idrīsī (fallecido hacia 1165) menciona la fortaleza de Ricote ("ḥiṣn Riqūṭ") en el itinerario fluvial de Murcia a Segura a una distancia de 20 millas (unos 37 kilómetros) de la capital, es decir, justo en el Estrecho del Solvente, sobre el que se asienta las ruinas de la fortaleza plenamente medieval. Si a esta rica historia, que encierra el origen poblacional de Ricote, se le añade la existencia de una atractiva leyenda, el lugar toma ya importantes alicientes para que sea de obligada visita por el infatigable viajero.


La leyenda del Salto de la Novia
En otras versiones, la novia
acaba ahogada en el río
Autor: Vicente Armiñana (1981)

(extraída de la novela El Salto de la Novia de Rafael López de Haro, 1908, 159 y 160)

"(Eduardo) - ¡Qué hermoso es esto!

(Alma) - Es El Salto de la novia – dijo Alma. – Se cuenta una bella tradición. Escucha. Erase que se era en Ricote, una doncella cristiana, bella como las palmas y casta como la flor de los naranjos. Esta perla tenía dueño: un mancebo cristiano con quien se iba á casar. El rey moro de Mula, vió un día á la novia y se prendó de ella. El novio que lo supo, se dispuso á huir llevándosela, temeroso de que el agareno se la robara. Una noche los desposados montaron á caballo y salieron sigilosos del lugar. Cuando llegaban por aquí cerca, después de haber vadeado el río para despistar al enemigo, vieron que éste, con buen golpe de jinetes, les perseguía. Galoparon sus corceles andaluces; los de los moros, de raza más ligera, corrían más. Les alcanzaron; el novio hizo frente á los infieles; lucharon, fué muerto; eran ellos más… La novia entonces castigó á su potro, que emprendió un galope ráudo. El rey moro venía detrás, muy cerca. Cruzaron así estas vegas; los corceles frenéticos saltaban de roca en roca, trepaban por la montaña cual ciervos perseguidos; corrían, corrían… Y llegó á este sitio la doncella. Ya no había más camino; la senda se cortaba bruscamente; delante, el abismo, detrás el moro que llegaba, llegaba… La novia clavó su acicate en el vientre del caballo y el caballo saltó.

(Eduardo) - Y se estrelló.

(Alma) - Ese es el milagro. Saltó al otro lado y partió velocísimo, salvando la heróica virtud de la cristiana. ¿Ves allí enfrente unas huellas redondas en las piedras? Allí puso sus cascos el caballo de la novia".

El topónimo "Salto de la Novia" procede del latín
"saltus novus", significando "desfiladero nuevo"
Azulejo toponímico instalado con motivo de
la señalización de la Ruta del Salto de la Novia
Fotografía de Jesús Joaquín López Moreno (2021)
Desgraciadamente, la realidad del historiador supera a la leyenda. La primera vez que se documenta el topónimo "Salto de la Novia" es en la visita santiaguista de 1498, cuando los visitadores mandaron hacer "vn petril en el Salto la Nouia, en lo peligroso dello, porque no caygan los caminantes por alli". Se aludía el deterioro del angosto paso que discurría por la margen derecha de este estrecho. Sólo hay que analizar el topónimo para intuir que procede del latín "saltus novus" y que haría referencia al "desfiladero nuevo" tallado en la roca natural durante el periodo romano para acondicionar 
el espolón rocoso al camino carretero que recorría la zona sur del Valle de Ricote. En este caso, la toponimia mata a la leyenda creada por los lugareños, quienes adaptaron el primitivo nombre de lugar "Saltus Novus" a un "Salto de la Novia" más afín a una imaginación que ha llegado hasta nuestros días, con distintas versiones, entre los más longevos de Ojós.


La entrada de Ricote en la historia: la Batalla de Ricote (año 896)
La primera referencia escrita que registra ocupación humana en el Valle de Ricote se da con el emir ‘Abd Allāh (888-912), dentro del emirato independiente del nuevo califato abbasí (756-929). Este periodo estuvo plagado de protestas de los muladíes (población hispano-goda convertida al Islam), debido a que este sector mayoritario de la población tenía una escasa participación en las nuevas estructuras económicas y sociopolíticas implantadas por los omeyas y dominadas por el elemento árabe y, en algún caso, por el beréber. A finales del siglo IX y principios del siglo X, al-Ándalus presenta una situación de anarquía política. En la región de Tudmīr, el muladí Daysam Ibn Ishāq construyó un auténtico estado. Por tal motivo, en el año 896, el emir de al-Ándalus envía un ejército contra el territorio dominado por el rebelde muladí. La expedición omeya contra Tudmīr nos la aporta Ibn Hayyān (988- 1076) en la tercera parte de su Muqtabis, hecho histórico por el que los habitantes de Ricote, lugar fortificado emplazado en el yacimiento arqueológico de la Pila de la Reina Mora-Salto de la Novia, se enfrentaron y vencieron a las tropas omeyas. La traducción que aquí se aporta, la que hace referencia a la Batalla de Ricote, se debe a Alfonso Carmona González:

Interpretando la Batalla de Ricote en el
yacimiento arqueológico del Salto de la Novia
Fotografía de Héctor Manuel Quijada Guillamón (2008)

"Avanzó el ejército desde Bališ (Vélez Rubio) hacia las distintas fortalezas de Tudmīr devastando, a su paso, todos los lugares pertenecientes a los rebeldes. Puso sitio a Māniya (¿Molina?), una de las plazas fuertes (ḥusūn) del criminal Daysam b. Ishāq, a orillas del río Tād.rū (Thader), y allí estuvo hasta el mes cristiano de agosto, dedicando varios días a acciones de demolición, tala y quema. El ejército atacó entonces el castillo (ḥiṣn) de R.kūṭ, más sus habitantes plantearon batalla y opusieron firme resistencia. Las tropas expedicionarias lograron rebasar el primer cinturón (hizām) de murallas y los obligaron a refugiarse en la alcazaba. Pero, cuando los soldados comenzaron a dedicarse al pillaje, y algunos de ellos volvían al campamento con el botín que habían conseguido, los habitantes de la fortaleza aprovecharon la ocasión y se lanzaron contra los que habían quedado de retén, les infligieron una espantosa derrota y los empujaron hasta el río, en el que se precipitaron. Mataron a un buen número de infantes, y los otros perecieron ahogados en aquellas aguas. Entre ellos, algunos notables, como los dos hijos de ‘Umar Dū l-Nūn al-Santarī y Gāz b. Gazwān al-Talabirī".

Texto: Jesús Joaquín López Moreno (2016).




Aspectos geográficos y geológicos del Salto de la Novia
Cuando el Segura, al superar la cubeta de Cieza, se encaja en una falla de importancia regional, denominada “Falla del Valle del Segura”, hace algo más que cambiar de dirección. En efecto, muda su dirección tomando ahora una NO-SE, pero este cambio supone encontrar a su paso una serie de relieves de orientación perpendicular (la predominante en las elevaciones béticas) que va a tener que atravesar. El ímpetu de sus aguas durante miles de años va a ser capaz de crear brechas y desfiladeros por los que pasar. Después se abrirá en meandros y vegas, pero, más pronto que tarde, el río se verá de nuevo comprometido en otro estrecho paso. Y esta secuencia de estrechamientos y ensanchamientos, a intervalos casi regulares, crea una estructura conocida como “Valle en Rosario”. Estructura que tendrá repercusiones en todos los aspectos del asentamiento humano, pero que condicionará de forma especial el desarrollo de las estructuras hidráulicas. Se construirán azudes para la captación de las acequias en las proximidades de estos estrechamientos y canalizaciones excavadas o voladas para salvar las angosturas. Por otro lado, fueron necesarios artefactos (norias y aceñas primero, motores después) para elevar la cota irrigable y poder ampliar la zona de regadío, que, de otra manera, sería extremadamente restringida debido a tan característica orografía.

Paisaje del Salto de la Novia en 1889
Fuente: compañía parisina J. Lévy et Cie
(colección de Jesús Joaquín López Moreno)

El Salto de la Novia es el penúltimo de estos pasos estrechos que encuentra el Segura al atravesar el Valle de Ricote. Son visibles las acequias excavadas desde antaño en ambas márgenes. También los pasos humanos, como los del agua, debieron ser tallados en la roca, dando este hecho nombre al paraje: Saltus Novus. Aquí, al pasar la población de Ojós, el Segura se encuentra, cerrándole el paso, estructuras minerales que ya conoce de estrechamientos anteriores. Primero tropieza con las arcillas y yesos rojizos y ocres del antiguo Trías basal, tan abundantes en las cotas bajas del valle. Pero se trata de materiales blandos y poco consistentes que son erosionados fácilmente. Casi es un ensayo ante la nueva barrera pétrea que le aparece en ambas márgenes. Este verdadero obstáculo lo constituyen estratos verticales, muy evidentes, de calizas bioclásticas y conglomerados miocénicos. Su posición discordante con los estratos anteriores supone un hiato estratigráfico de casi 200 Ma y pone de manifiesto la complejidad tectónica de todo este sector. Su formación es mucho más reciente que los yesos anteriores, pero también son mucho más consistentes. Forman un espinazo perpendicular al río que constituye una de las estribaciones de la, ya visible hacia el sur, mole del Cajal, de similar naturaleza. Finalmente, el magnífico paisaje generado, verdadera puerta ciclópea entre alveolos fluviales, es prueba de la victoria milenaria de las dúctiles aguas del río sobre la rigidez de la roca.

Texto: José María Gómez Manuel (2016).

Persona leyendo el cartel del Salto de la Novia
Jesús Joaquín López Moreno (2023)